CÓMO CASI ENVENENÉ A MI FAMILIA CON LOS SOBRANTES DE COMIDA DE LAS FESTIVIDADES

Por Meredith Li-Vollmer

Una sopa de frijol blanco y verduras parecía ser la receta perfecta para usar las últimas sobras del jamón que comimos durante las festividades. Me sentí muy contenta conmigo misma al cocinar la sopa dos días antes de que mis papás vinieran a visitarnos. Así daría tiempo de que la sopa alcanzara su sabor completo y estaría lista para calentar una vez que yo llegara a la casa del trabajo.

Cuando terminé de cocinar, me di cuenta de que no tenía suficiente espacio en el refrigerador para meter la enorme olla de sopa. Pero la temperatura exterior estaba fría, así es que decidí dejar la olla afuera en la terraza, y protegerla de los mapaches poniéndola adentro de una hielera. Nuevamente me sentí muy contenta de mi astucia al sellar la hielera con su tapa y con mi sopa segura adentro.

Recapacitando

A la mañana siguiente, le metí a la hielera un bloque grande de hielo azul, en caso de que subiera la temperatura ambiental del día. Pero cuando toqué la olla, no se sentía tan fría al tacto, y eso me hizo sentir dudosa, así que pensé que el hielo azul y la hielera serían suficientes para mantener la sopa fría.

En el trabajo, decidí preguntarle a una compañera si era prudente comer la sopa. Ella trabaja en actividades físicas en Salud Pública, no en seguridad alimentaria. Deliberamos si todas las bacterias serían eliminadas al hervir la sopa. De repente, alguien en el cubículo de al lado se asomó y dijo, “¡Perdón por escuchar sin querer, pero no me puedo quedar callada! ¡Por favor no envenene a su familia! ¡No se coman la sopa!”

La “zona de peligro”

Esta empleada bien informada, me explicó que, al meter la sopa en la hielera, había creado un laboratorio perfecto para que se formaran toxinas. La hielera sellada retuvo el calor de la olla de sopa, en lugar de enfriarla, pero no la mantuvo lo suficientemente caliente para preservarla de manera segura. Por lo tanto, la sopa estuvo en la “zona de peligro”, arriba de los 41 grados y debajo de los 135 grados Fahrenheit- la temperatura ideal para que se multipliquen las bacteria y toxinas.

Aún peor, me dijo que los frijoles son un alimento notoriamente peligroso el cual puede desarrollar toxinas si no se mantiene fuera de las temperaturas que conforman la zona de peligro. (Otro alimento riesgoso es el arroz). Y aunque hirvieras la sopa de nuevo, eso no sería suficiente para destruir las toxinas.

Me aconsejó que, la próxima vez, podría enfriar la sopa más rápidamente esparciéndola en una cacerola poco profunda, y luego mantenerla guardada en el refrigerador. Posiblemente la sopa hubiera podido conservarse lo suficientemente fría afuera, sin la hielera, pero al final seguramente me hubiera encontrado a los mapaches del vecindario más gorditos y la olla vacía.

Así que ahora me siento menos contenta conmigo misma, pero agradecida con esta compañera de trabajo. Mi familia y yo cenamos comida que compramos para llevar, después de desechar la sopa peligrosa, y nadie se enfermó. Y como propósito de Año Nuevo, estoy pensando que quizás debería comprarme un congelador para guardar mis sobrantes de comida.

Publicado originalmente en inglés el 28 de diciembre de 2015.

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